jueves, 3 de diciembre de 2009

Artículo GESTIC

“Las TIC en la escuela”



El intencionar el uso educativo de las TIC no es tarea fácil para los establecimientos. En efecto, su incorporación a las prácticas educativas es un proceso complejo para la gran mayoría de las escuelas, en tanto exige condiciones institucionales adecuadas y comprensión del fenómeno TIC, lo que en la mayoría de los casos, significa que requieren apoyo y acompañamiento externo.

Según el enfoque con el que se ha desarrollado el módulo GESTIC, las TIC en educación pueden ser una diferencia en la adquisición de aprendizajes por parte de los estudiantes, por lo que “la incorporación de las TIC en las prácticas educativas” pasa hacer un interesante y prometedor desafío.

Sin embargo, incorporar las TIC en las prácticas educativas implica importantes cambios en las “maneras de hacer las cosas” por parte de los actores principales: los docentes y los que acompañan el proceso; como también, cambios culturales a nivel de la institución escolar. Estos cambios no son fáciles ni rápidos. A pesar de que en muchos establecimientos se han incorporado elementos tecnológicos, hay evidencias de que las TIC aún se usan muy poco en los procesos de enseñanza y aprendizaje, tanto por los estudiantes como por los docentes, y que en los hechos no se las considera un recurso a ser usado en función de los objetivos de aprendizaje que se pretende conseguir en cada establecimiento. “La experiencia demuestra que la inversión en equipamiento, conectividad y software adecuado - paso ineludible por cierto- no garantiza que los alumnos en las escuelas accedan al potencial que estas herramientas brindan. Más aún, incluso en los casos en que se garantiza el acceso de todos los alumnos a equipos informáticos con buenas conexiones, tampoco hay certeza de que esto modifique los modos de enseñar y aprender.” (La gestión de las TIC en las escuelas: el desafío de gestionar la innovación)


La dificultad y lentitud de los cambios en las prácticas radica en que sólo son posibles si están asociados a un cambio en las concepciones y representaciones por parte de los involucrados. Los docentes y directivos, para hacer las cosas de manera diferente, deben “des-aprender” una forma de hacer y de entender las labores diarias, para poder “comprender” y asumir lo que el cambio les demanda. Tarea difícil, lenta, y altamente “resistida” porque implica abandonar una forma conocida de desenvolverse en la institución, arriesgando y perdiendo seguridades construidas a lo largo del ejercicio de la profesión docente. Por eso, no bastan las instrucciones, los manuales, las directrices emanadas de las políticas educativas. Es posible que se produzca un “cumplimiento formal y mecánico” de las instrucciones, manuales y directrices, pero no un cambio real que se sostenga en el tiempo.

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A medida que el cambio en los desempeños se instala y la nueva forma de hacer las cosas se va extendiendo, se produce un cambio cultural a nivel de la institución, un cambio en la cultura escolar. Este cambio en la cultura escolar no refiere únicamente al surgimiento de un nuevo discurso sino a la consistencia entre aquello que se declara y lo que se hace efectivamente. Los nuevos discursos anuncian dentro de la organización el surgimiento de otras formas de entender los fenómenos, pero es un indicio superficial del cambio. La profundidad del cambio se evidencia en la transformación de la práctica cotidiana y de las creencias y argumentos que dan sustento a dichas prácticas.

Pero no sólo deben cambiar las prácticas de los docentes, sino de todos los actores involucrados, lo que significa un cambio cultural dentro del sistema educativo en general, lo que involucra de este modo a los miembros de los equipos directivos, que aparecen en este proceso innovador como los lideres potenciales de instalar un proceso que perdure en el tiempo en coherencia con la visión y misión que se haya planteado la unidad educativa. “La presencia y respaldo permanente de la conducción de la escuela para motorizar un proyecto que incorpora TIC en la enseñanza es de vital importancia por cuanto las resistencias, temores y conflictos que suscita el uso de nuevas herramientas requiere de un liderazgo emprendedor que se ocupe de lograr una adecuada distribución de tareas, organizar equipos de trabajo, reorganizar tiempos y espacios.” (La gestión de las TIC en las escuelas: el desafío de gestionar la innovación)



Este proceso también es complejo, conflictivo y de larga duración. Complejo, en el entendido que hay muchas dimensiones que atender; conflictivo, porque hay intereses opuestos que colisionan; y de larga duración porque requiere tiempo para ir penetrando y modificando las prácticas, creencias, criterios.

Todos los actores, que son parte del sistema educativo, requieren desarrollar una disposición a remirar lo que hacen, estar dispuestos a modificar sus creencias y los modos prácticos de operar en la realidad. Su acción debe estar dirigida a afectar “el núcleo duro” del cambio: el cambio de mentalidad.

En el caso específico de la incorporación de las TIC a las prácticas educativas, directivos y docentes deben comprender el proceso de enseñanza/aprendizaje, su rol como docente, el sentido (los por qué y para qué) de las TIC en educación, la función social de la escuela en el momento presente. Y esto implica a mi juicio, especificar los roles de cada actor y entregar las herramientas apropiadas a cada uno para que puedan desempeñar dichos roles.